El problemometro




                                                                                  Hugo Cuesta
                                                                                             Febrero 2023           

  

Me parece que una de las principales señales de madurez en las personas, es cuando le dan a las cosas la importancia que realmente tienen. Sin sacarlas de proporción. Sin dramatizar.

Tengo la mala manía de que cuando se presenta un problema, tiendo a ponerle mentalmente un número en la cabeza. Hago internamente una escala del 1 al 10, como si se tratara de un terremoto o de un huracán. Esto me ha ayudado a ser más objetivo en la gravedad de los problemas que enfrento tanto en lo personal como lo empresarial, que muchas veces al analizarlos conforme a esta escala, pasan de ser problemas para convertirse en contratiempos.

El número mental que pongo a un problema depende de las consecuencias, secuelas o cicatrices que puede dejar en nuestra vida, y el tiempo durante el que será relevante. Con los años me he dado cuenta de que muchos de los “problemas” que nos agobiaron durante algún tiempo, a la vuelta de 3 o 6 meses perdieron total relevancia y difícilmente nos acordamos de ellos.

En mi escala interna un problema categoría de 1 y 2 no pasa de un contratiempo, que se resuelve con menores o mayores molestias e incomodidades. La ponchadura de una llanta, un pasaporte vencido antes de un viaje de placer, el retraso de un vuelo.  

Cada uno puede ir poniendo el número que elija ante cada problema , pero en mi caso un problema categoría 3 y 4 es relativamente superficial o pasajero que si bien exigen una buena gestión ante la crisis que plantean, no comprometen de manera importante ni la salud ni la vida, y es cuestión de tiempo para recuperar la estabilidad perdida una vez que pase la crisis. 

Después vienen las problemáticas de calado medio, como una enfermedad, un cambio de trabajo, de ciudad, la renuncia de un director importante, que yo califico como crisis de 5 a 7, cuya complejidad e impacto comprometen parcialmente nuestra estabilidad, pero no generan un impacto permanente o no requieren un cambio de timón radical en nuestra vida.

Imagen de A Href en Freepik


Y finalmente vienen las problemáticas graves que yo califico del 8 al 10. Estas crisis sí que son un cambia vidas. En ellas está comprometida seriamente nuestra salud, nuestra vida, nuestra familia, nuestra estabilidad física, mental, económica, profesional, emocional, espiritual. Ante ellas está en riesgo aquello que nos es prioritario. Este tipo de problemáticas sí tiene un impacto definitivo y permanente en nuestra vida. A manera de ejemplo, refiero a lo que puede ser una quiebra económica, un divorcio, la muerte de un ser querido, un accidente serio que comprometa la salud de forma permanente o cualquier otro ejemplo en el que puedas pensar de un problema que altere sustancialmente tu forma de estar en el mundo y sea un cambia vidas. 


Si decides utilizar este “problemómetro” y adecuarlo a tu manera, tú mismo puedes establecer tu propia escala de importancia de eventualidades que te ayude a desdramatizar y darle a los problemas el peso objetivo que éstos realmente tienen.

Y sobre todo, calibrar la reacción y las acciones correctivas para resolver el problema acorde a su gravedad e implicación real y recuperar así la estabilidad perdida.





Para conocer el video completo visita el siguiente link: https://youtu.be/iFA4a8qo42E

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