¿Y SI NO TODO TERMINA AQUÍ?
Leí hace poco que la muerte es el gran enigma de la vida. No estoy de acuerdo. La muerte no es un enigma. Es un hecho.
Todos vamos a morir. Eso lo tienen claro todas las culturas, religiones y civilizaciones que nos han precedido. Lo que sí es un misterio —y uno inquietante— es lo que viene después.
¿Hay algo más allá?
¿Alguien nos espera del otro lado?
¿Tenemos un alma que trasciende el cuerpo?
Hace poco estuve en el Museo Etrusco en Toscana. Me impresionó lo elaborado de sus tumbas y la cantidad de objetos con los que enterraban a sus muertos. Cinco siglos antes de Cristo, ya creían que la muerte no era el final, sino el comienzo de otra travesía. Igual que los egipcios, que los mayas, que tantos otros.
Y sin embargo, hoy, en pleno siglo XXI, pareciera que hablar de esto está mal visto.
Incómodo. Inoportuno. Fuera de lugar.
Como si preguntar por el más allá fuera una grosería en la sobremesa.
Pero si ya aceptamos que vamos a morir… la verdadera pregunta no es “cuándo”, sino ¿y luego qué?
Y aquí solo hay dos opciones:
O hay algo más…
…O no hay nada.
Si no hay nada, si somos sólo materia que se apaga, entonces todo da igual. No hay justicia. No hay consecuencia. No hay trascendencia. En ese escenario, vivir sería una carrera de placeres, un intento desesperado por distraernos de lo inevitable. Y al final, cenizas… y olvido.
Pero si sí hay algo más, y si ese “más allá” es eterno, entonces la vida cobra un sentido completamente distinto.
Porque en ese caso, nada es indiferente. Cada acto, cada omisión, cada decisión… tiene consecuencias. Como una inversión que rendirá frutos —o pérdidas— más allá de esta vida.
Tú eres libre de creer lo que quieras. Pero lo que creas no cambia la realidad. Solo cambia cómo te preparas para ella.
Hazte esta pregunta sin miedo:
¿Tu manera de vivir hoy tiene sentido… si la muerte no fuera el final?
¿Cuál es la apuesta final que estás dispuesto a hacer?
¿Apostar por la trascendencia… o por la nada?
**********
“O el alma es inmortal, o todo es una broma cruel.”
— Blaise Pascal
Comentarios
Publicar un comentario